jueves, 31 de julio de 2008

MORATALLA AÑO 2005-"DEL CIELO AL INFIERNO EN SOLO UNOS MINUTOS"

Todo cicloturista murciano marca en el calendario una fecha, la señala con rotulador rojo, fluorescente si dispone de él. La página del calendario corresponde al mes de mayo. Al menos así la tenia yo hace unos años, y la verdad es que ahora no recuerdo el año exacto. Eran las 6 de la mañana cuando sonó el despertado, aunque llevaba despierto bastante tiempo, por fin era el día de la marcha de Moratalla, 170 kms quebradísimos me esperaban. Salimos con el coche después de cargar todo, miramos al cielo y partimos hacia Moratalla. En la salida todo presagiaba un buen día para hacer bici, más o menos 20º a las 9. En fin, culote corto, maillot rojo con publicidad de Diego Vilar, los termos llenos, los bolsillos petados de "hero muely´s" y a esperar que aparezca cabeza de pelotón después de la curva de salida (la experiencia me dijo que si te pones en la cola, cuando empiezas a andar, cabeza de carrera está ya coronando San Juan). El ritmo no era demasiado duro al principio de la carrera, pasamos el primer puerto, el segundo, y así poco a poco íbamos ganando kilómetros a la vez que el pelotón se convertía en paquete y luego en escapada, aunque yo creo que no estuve en la escapada. El sol, que se hizo un hueco entre las nubes brillo tenuemente durante mucho rato, hasta que se escondió. Y yo pensando, "joer que bien, no nos vamos a tostar como otros años". Iluso de mi cuando esas nubes blancas que parecían algodón de azúcar empezaron a coger un tono gris oscuro, el día se oscureció, ya no me harían falta las o´akley manchadas de sudor ni un minuto más. La mañanita primaveral que estábamos disfrutando se convirtió en un día de perros, que frío empezó a hacer, pero no quedaría ahí. Fue llegando al pueblo de Benizar cuando me cayó la primera gota de lluvia, fina, helada y amenazante. Casi no pasó un minuto y una trompa de agua helada empezó a caer sobre los ciclistas con violencia, en las primeras rampas del alto de Benizar había que subir sentado, ya que la rueda patinaba debido al agua que empapaba la carretera. No contenta con esto, la climatología quiso darnos una lección aun más fuerte, lo que era una lluvia fuerte, se convirtió en una tormenta cuyo aguacero convirtió la carretera en un río. Recuerdo que iba más o menos bien en la carrera, pero aquel aguacero me enfrió, me dieron calambres (la única vez en la vida que me han dado). Subí el puerto como pude, calado, furioso, cansado, buscando con la mirada el coche de algún buen samaritano dispuesto a llevarme. La lluvia cesó y dejo paso a un frío invernal, coronando Benizar tenía los brazos y la ropa escarchada, ¡qué frío!, no sentía las manos ni los pies, no podía ni meter el plato grande en la bajada. Durante la subida vi a Gregorio que venia remontando, lo esperé para hacer lo que quedaba de subida y de marcha juntos, pues me había quedado solo. La verdad es que no venia muy sobrado, o al menos, la expresión de su cara bajo la suciedad me daba a entender eso, hablamos un rato, coronamos y se lanzó cuesta abajo, no pude seguirlo, los 40 km hasta meta eran enteritos para mi solito. Me pasaban grupetas a las que no podía seguir, a la vez que yo adelantaba cadáveres más "jodidos" que yo (y eso era difícil). Creo que pensé en dejarme la bici en todos y cada uno de los metros que iba pasando, que sufrimiento más grande. A falta de 14 kilómetros, que son de descenso, alcancé al ciclista más "jodido" de todos, iba temblando sobre la bici de forma exagerada, en plan niña de "El Exorcista", le pregunte si estaba bien, y entre balbuceos me dijo que si. Poco a poco, ya que la carretera estaba mojada y mis manos casi no tenían fuerza para coger los frenos, fue descendiendo hasta la meta, antes de llegar me paso Mazuecos emulando a Crivillé, ¡que bajada hizo!, me sacó un minuto en 500 metros.Cuando por fin cruce la meta, me dije "nunca más", uno de los jueces tenia puesto "un plumas", y yo con un asqueroso, mugriento y mojado maillot solamente. Cuando llegué, mi hermano ya tenia el "Patrol" arrancado y con la calefacción al máximo, aquello era gloria bendita. En la comida algunos decían que se orinaron encima para tener algo de calor. Otros argumentaban lo dura que había sido, la batalla que acabamos de ganar, y es que acabar supo a victoria. Esta ha sido sin duda la vez que más he sufrido sobre una bicicleta, y seguro que Gregorio también, pues cada vez que hablamos de carreras de ciclismo acabamos diciendo "¿MORATALLA?¡AQUEL AÑO SI QUE FUE DURO¡" Articulo realizado por Manu, corredor del Hierros Agüera.

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