miércoles, 26 de mayo de 2010

UNA OBRA MAESTRA


El viernes por la mañana me regalaban ‘El ciclista’, de Tim Krabbé. Para muchas personas es el mejor libro jamás escrito sobre ciclismo. Y me alegró un montón porque estaba en la lista de espera de mis lecturas.

Y es que, aunque es una obra con más de treinta años de antigüedad, incomprensiblemente jamás se había publicado en nuestro país. Afortunadamente Los Libros del Lince ha reparado este olvido y este error editando esta pequeña joya que sinceramente os recomiendo. Pero no adelantemos acontecimientos.

Como dice el refrán, “A caballo regalado no le mires el diente y ponte ya a cabalgar”. Es decir, comenzaba a leerlo a primera hora de la tarde, siguiendo hasta ya cerrada la noche… y dejándome las últimas cincuenta páginas para ayer sábado. Ahora, con la lectura terminada y fresca, puedo corroborar todo lo bueno que se había escrito sobre ‘El ciclista’.

Se trata de una narración autobiográfica de Krabbé, novelista, periodista, ajedrecista y tardío ciclista aficionado –“hubieras podido ser un buen profesional de haber empezado cuando tenías 16 años”- cuando afrontó el 26 de junio de 1977 el Tour de Mont Aiguoal, “una carrera que quería ganar”. Todo lo demás es narración, es emoción, es experiencia, es vida, es ciclismo, aunque os dejo a vosotros que sepáis si es victoria o derrota. Y es una gran novela.

Lógicamente las comparaciones con ‘Alpe d’Huez’, de Javier García Sánchez, son odiosas: aquí tenemos una narración más ligera en todos los sentidos en relación con la del español cuya épica resulta algunas veces exagerada –sobre todo ese final a lo Dan Brown-, aunque es otro libro altamente recomendable, quizá por lo escaso que resulta encontrar obras con esta temática deportiva. En ambos casos, como escribía hace unos pocos días, en el mundo del ciclismo la ficción no supera a la realidad, pero también entretiene.

LA MEJOR GRAN VUELTA EN DECADAS


El Giro de Italia de este año 2010, posiblemente sea la más emocionante de las grandes en lo que va de década –contando la que empezó en 2001, no os vayáis a creer que esta afirmación tiene la trampa del 2010-. Y que, a falta de dos semanas, nos puede deparar de todo. Aunque seguro que los ciclistas que están en Italia no estarán tan ‘mosqueados’ como nosotros por la ausencia del Giro.
Por muchas críticas que reciban los organizadores de La Gazzetta –para gustos, los colores, aunque hay algunos que no pasan de distinguir los tres básicos- podemos decir que muy poco ha sobrado en lo que llevamos de ‘corsa rosa’. Las caídas del inicio holandés –algo habitual por los nervios en los primeros días de cualquier gran carrera, ¿verdad Tour?- y el frío de las primeras etapas, aunque es algo que cabe dentro de lo probable en estas fechas y latitudes. Porque la ‘eroica’ etapa de Montalcino sobre las ‘strade bianche’ fue un absoluto acierto, aunque resultara enfangado; porque el terremoto de L’Aquila, una dosis inesperada y suplementaria de emoción; y porque el Zoncolan fue un recital de ciclismo, dentro de la carretera, pero sobre todo fuera de ella: con paisajes humanos así, nadie puede acusar al ciclismo de falto de futuro.
Y así llegamos a las últimas seis etapas con un español de Talavera de rosa. Y con opciones reales de ganar el Giro. ¿Puede hacerlo? Lógicamente está en mejores condiciones que cuando empezó la carrera, pero peor que el sábado. Todo dependerá quién o quienes sean los rivales que despunten en estos últimos días. Y de los que se vengan abajo, que habrá hundimientos espectaculares. Los 3-33 que lleva al Basso que ayer se exhibió en la subida final no son para estar tranquilos precisamente, pero los 4-43 que saca a Evans, los 5-51 a ‘Vino’ o los 6-08 sobre Nibali permiten ser un poco más optimistas: dependerá de que no pierda la calma, de que no tenga un mal día y que no haya sorpresas fuera del guión. En cuanto a Carlos Sastre, cuarto a 4-21, tiene más a su favor la inteligencia que las fuerzas, que no le sobran. Y si juega bien sus bazas, puede y debe acabar en el podio. Pero no le veo en ganador.
En todo caso, la semana que nos queda es terrible: una cronoescalada de 12 kilómetros con la parte final sin asfaltar, dos etapas de las que engañan, de las que desgastan más por los nervios que por las fuerzas, y dos ‘tapponi’ con finales en alto aunque no demasiado selectivos: lo que asusta de ambos días es el penúltimo puerto de cada una, con nombres tan ciclistas como Mortirolo y Gavia. Ahí es nada. Y para finalizar, otros quince kilómetros de cronometrada, por las calles de Verona, un lugar de inmejorables recuerdos, por cierto, para el ciclismo español.
Todo ello a través de las imágenes de Veo 7 que poco a poco va cogiendo el tranquillo a estas retransmisiones, aunque en todo caso debemos agradecer la apuesta que han realizado por el Giro, por el ciclismo. Porque de TVE, mejor ni hablar: que no puedan o quieran pujar por los derechos de la carrera, es comprensible, es su negocio; pero que se olviden del ciclismo en los telediarios del fin de semana vista la situación de carrera para promocionar exclusivamente ‘su’ motociclismo es inaceptable. O mejor dicho es la prueba evidente de que los medios televisivos ya no son informativos sino que se dedican, en cualquier momento y espacio, a vender sus productos. Pero ese es otro tema.

martes, 11 de mayo de 2010

PIES DE BARRO


Recuerdo que durante muchos años se consideró que el exitoso baloncesto español de los años ochenta era un gigante con los pies de barro.Aquellos jugadores que llevaron a la selección española a unos éxitos nunca vistos –medalla de plata en los JJOO de 1984 incluida– surgieron por generación espontánea, ya que la estructura del baloncesto en España no era ni mucho menos idónea. Aquella generación hizo despegar a nuestro baloncesto y su ascensión meteórica sólo es comparable con su caída en desgracia a principios de los noventa –derrota contra Angola en Barcelona 92, también incluida–.Creo que el ciclismo en nuestro país experimenta síntomas similares. El dominio de los ciclistas españoles en casi todos los terrenos y tipos de prueba es brutal. Lideran el ranking UCI, clásicas como la Lieja y San Remo, pruebas de una semana, grandes vueltas, medallas en los mundiales... La clasificación de la pasada Flecha Valona puede servir perfectamente para ilustrar ese dominio: 'Purito' Rodríguez, Contador, Antón y Valverde, entre los ocho primeros (algo impensable hace sólo diez años).

Es sólo un ejemplo y podríamos emplear otros –como el podio hispano de la París-Niza de este año con Contador, Valverde y León Sánchez–, pero lo que realmente me interesa es que reparemos en que la mayoría de los ciclistas españoles que actualmente dominan el calendario mundial tienen una edad considerable: Sastre (35), Mosquera (35), Freire (34), Flecha (33), Samuel Sánchez (32), Xavi Tondo (32), Joaquim Rodríguez (31), Valverde (30)... De los más destacados, Contador, Igor Antón y León Sánchez se encuentran aún en una edad idónea para seguir progresando.Estos ciclistas no aparecieron por generación espontánea sino que surgieron y se formaron a la luz de los éxitos de Miguel Indurain y otros a principios de los noventa. En aquellos años, España contaba con estructuras ciclistas potentes como el ONCE, el Clas, el Banesto, el Kelme... Actualmente, eso no es así, ya que a duras penas contamos con un equipo español en la élite (Euskaltel-Euskadi).El ciclismo, especialmente en España, es un deporte de paradojas y quizás la mayor de ellas es que mientras vivimos nuestros mayores éxitos en la élite, la base se resquebraja y a duras penas sobrevive mendigando subvenciones. La clase media del ciclismo español casi no existe, las carreras de segundo nivel apenas importan y las categorías inferiores viven una auténtica travesía del desierto con un descenso constante en las licencias... Y para más paradojas: la venta de bicicletas sigue creciendo en España y las pruebas cicloturistas congregan más aficionados que nunca. Por lo que deduzco que al sector de la bicicleta lo estan manteniendo los fieles aficcionados los cuales nunca fallan, haya o no doping, carreras, equipos, patrocinios, subvenciones, etc. El que es ciclista muere ciclista y lo lleva en la sangre sobreponiendose a las adversidades que supone el negocio de la competición, porque la bicicleta es mucho más y significa para mucha gente más que las meras competiciones deportivas. VIVA LA BICICLETA!!!