jueves, 31 de julio de 2008

MORATALLA AÑO 2005-"DEL CIELO AL INFIERNO EN SOLO UNOS MINUTOS"

Todo cicloturista murciano marca en el calendario una fecha, la señala con rotulador rojo, fluorescente si dispone de él. La página del calendario corresponde al mes de mayo. Al menos así la tenia yo hace unos años, y la verdad es que ahora no recuerdo el año exacto. Eran las 6 de la mañana cuando sonó el despertado, aunque llevaba despierto bastante tiempo, por fin era el día de la marcha de Moratalla, 170 kms quebradísimos me esperaban. Salimos con el coche después de cargar todo, miramos al cielo y partimos hacia Moratalla. En la salida todo presagiaba un buen día para hacer bici, más o menos 20º a las 9. En fin, culote corto, maillot rojo con publicidad de Diego Vilar, los termos llenos, los bolsillos petados de "hero muely´s" y a esperar que aparezca cabeza de pelotón después de la curva de salida (la experiencia me dijo que si te pones en la cola, cuando empiezas a andar, cabeza de carrera está ya coronando San Juan). El ritmo no era demasiado duro al principio de la carrera, pasamos el primer puerto, el segundo, y así poco a poco íbamos ganando kilómetros a la vez que el pelotón se convertía en paquete y luego en escapada, aunque yo creo que no estuve en la escapada. El sol, que se hizo un hueco entre las nubes brillo tenuemente durante mucho rato, hasta que se escondió. Y yo pensando, "joer que bien, no nos vamos a tostar como otros años". Iluso de mi cuando esas nubes blancas que parecían algodón de azúcar empezaron a coger un tono gris oscuro, el día se oscureció, ya no me harían falta las o´akley manchadas de sudor ni un minuto más. La mañanita primaveral que estábamos disfrutando se convirtió en un día de perros, que frío empezó a hacer, pero no quedaría ahí. Fue llegando al pueblo de Benizar cuando me cayó la primera gota de lluvia, fina, helada y amenazante. Casi no pasó un minuto y una trompa de agua helada empezó a caer sobre los ciclistas con violencia, en las primeras rampas del alto de Benizar había que subir sentado, ya que la rueda patinaba debido al agua que empapaba la carretera. No contenta con esto, la climatología quiso darnos una lección aun más fuerte, lo que era una lluvia fuerte, se convirtió en una tormenta cuyo aguacero convirtió la carretera en un río. Recuerdo que iba más o menos bien en la carrera, pero aquel aguacero me enfrió, me dieron calambres (la única vez en la vida que me han dado). Subí el puerto como pude, calado, furioso, cansado, buscando con la mirada el coche de algún buen samaritano dispuesto a llevarme. La lluvia cesó y dejo paso a un frío invernal, coronando Benizar tenía los brazos y la ropa escarchada, ¡qué frío!, no sentía las manos ni los pies, no podía ni meter el plato grande en la bajada. Durante la subida vi a Gregorio que venia remontando, lo esperé para hacer lo que quedaba de subida y de marcha juntos, pues me había quedado solo. La verdad es que no venia muy sobrado, o al menos, la expresión de su cara bajo la suciedad me daba a entender eso, hablamos un rato, coronamos y se lanzó cuesta abajo, no pude seguirlo, los 40 km hasta meta eran enteritos para mi solito. Me pasaban grupetas a las que no podía seguir, a la vez que yo adelantaba cadáveres más "jodidos" que yo (y eso era difícil). Creo que pensé en dejarme la bici en todos y cada uno de los metros que iba pasando, que sufrimiento más grande. A falta de 14 kilómetros, que son de descenso, alcancé al ciclista más "jodido" de todos, iba temblando sobre la bici de forma exagerada, en plan niña de "El Exorcista", le pregunte si estaba bien, y entre balbuceos me dijo que si. Poco a poco, ya que la carretera estaba mojada y mis manos casi no tenían fuerza para coger los frenos, fue descendiendo hasta la meta, antes de llegar me paso Mazuecos emulando a Crivillé, ¡que bajada hizo!, me sacó un minuto en 500 metros.Cuando por fin cruce la meta, me dije "nunca más", uno de los jueces tenia puesto "un plumas", y yo con un asqueroso, mugriento y mojado maillot solamente. Cuando llegué, mi hermano ya tenia el "Patrol" arrancado y con la calefacción al máximo, aquello era gloria bendita. En la comida algunos decían que se orinaron encima para tener algo de calor. Otros argumentaban lo dura que había sido, la batalla que acabamos de ganar, y es que acabar supo a victoria. Esta ha sido sin duda la vez que más he sufrido sobre una bicicleta, y seguro que Gregorio también, pues cada vez que hablamos de carreras de ciclismo acabamos diciendo "¿MORATALLA?¡AQUEL AÑO SI QUE FUE DURO¡" Articulo realizado por Manu, corredor del Hierros Agüera.

PRECAUCIÓN AMIGO CONDUCTOR

Cuántas veces hemos oído eso de que "los ciclistas vais en paralelo por la carretera y eso es muy peligroso, no sé cómo no os llevan los coches, y que los ciclistas teneis la culpa, etcétera, etcétera". Cuando os lo vuelvan a decir, quizá podáis responderles algo así como lo que sigue a continuación: Cuando dos ciclistas circulan en paralelo, puede ser debido a muchas causas, incluso relajarse y hablar. Pero ante todo es una medida de seguridad y autodefensa que todos deberían comprender. Me explico con un ejemplo. Tú vas en coche por una carretera estrecha y te encuentras con un tractor que va a 25 km/hora (en ocasiones más despacio que un ciclista). No se te ocurre pitarle, ni nada por el estilo. Reduces, te pones a su velocidad, te aseguras de que puedes adelantar con seguridad y cuando te decides a hacerlo lo haces despacio y separándote todo lo que puedas. Perfecto. Un diez en seguridad vial. Fastidia encontrarse en esta situación, pero se da a menudo y no queda más remedio que actuar de la forma anterior. Ahora, sustituye el tractor por un ciclista. ¿Qué es lo que se suele hacer?. Nada. Pasarle sin más. Reducir algo si acaso (sobre todo si es subida o bajada con curvas, pero en llano...), separarse algo si acaso y pasar al obstáculo ese lo antes posible, antes de que tenga que perder excesiva velocidad porque viene un coche de frente. Pero el automovilista no ha tenido en cuenta una cosa, sólo una cosa. El automovilista no ha oído hablar del Teorema de Bernoulli, no sabe nada de fluidos, no sabe nada de ráfagas de viento, no sabe nada de rebufos, ni siquiera se le pasa por la cabeza que si pasa muy cerca y a gran velocidad, aparte del susto y la situación de peligro (a Antonio Martín Velasco le mató un camión con su retrovisor, no se separó nada, iban dos ciclistas ¿en linea?, nunca se sabra exactamente, pero iban por el arcén, eso es seguro), el ciclista justo en ese momento es absorbido irremediablemente a la carretera, con una fuerza proporcional a la velocidad y al tamaño del vehiculo que lo adelanta. Los ciclistas lo sabemos, y por eso cuando oímos venir un coche, nos aferramos fuertemente al manillar y nos concentramos para compensar la salida de la trazada. Incluso a veces, un camión grande te hace perder totalmente el equilibrio a tu pesar. Ahora sustituimos el ciclista por dos ciclistas, ¿qué ocurre?, exactamente lo mismo que con un ciclista, pues si van a rueda, acoplados, el conductor no se da cuenta que son dos hasta momentos antes de realizar la maniobra de adelantamiento, y reducir a estas alturas es peligroso. ¿Qué ocurre si son tres y van en fila? ¿Y si son más?. Exactamente lo mismo, solo que la maniobra de adelantamiento (que ha de producirse de todas maneras, vayan los ciclistas como vayan) se alarga (más de 10 metros sólamente con 5 ciclistas, imagínate un pelotón de 20), y se hace cada vez más peligrosa. ¿Habías pensado alguna vez en esto?. Un automovilista puede encontrarse en su viaje con algún que otro ciclista, dependiendo del día y de las carreteras, pero un ciclista como media es adelantado en cada salida por unos doscientos o quinientos coches. Con que la probabilidad de conductores no respetuosos sea de uno cada quinientos, ya tenemos el accidente, y todos sabemos quién se lleva los arañazos y quién se lleva la vida. De esta manera, como no podemos progeternos de otra forma y como a veces hay poco respeto por parte de algunos automovilistas, nos tenemos que "transformar en tractores". Nos ponemos en doble fila. Y esta es una tendencia que se dá más cuanto más numeroso es el grupo. El conductor es más respetuoso con un "bulto grande" que con uno pequeño. Siempre que pueda, el ciclista facilita la maniobra de adelantamiento. Aunque no miremos hacia atrás y vayamos en doble fila, hemos desarrollado un instinto que si no hace demasiado viento frontal, percibimos el coche que se aproxima, y para cuando este está cerca nos ponemos en fila de a uno. De todas formas, no está de más pitar, avisar al ciclista. ¿Cómo se avisa al ciclista?. De nada sirve pitar a menos de 30 metros de distancia. Lo único que se consigue es asustar. Se deben usar pitidos cortos, uno o dos son válidos (el oido del ciclista es muy fino, siempre vamos a la defensiva), espaciados unos dos segundos y a una distancia de 100 metros. Esto sería suficiente para prepararse al adelantamiento. Si asustamos al ciclista, y éste no se cae, puede llamarnos de "h. de p." para arriba, y ya está liada como el conductor esté de mal humor. Otra cosa: El ciclista que no facilite la maniobra de su propio rebasamiento, es un inconsciente que está creando una situación peligrosa. Debemos basarnos en el respeto mutuo. Claro que a veces no es inmediatamente posible echarse a la derecha, sobre todo en subida, si el deportista está cansado, si se le atranca el desarrollo, si es un pelotón numeroso, y otras circunstancias. Esto suele exasperar al conductor. Por favor, paciencia, dadnos 5 segundos para organizarnos. La mayoría de las veces que un grupo de ciclistas circula en paralelo y ni se inmuta, es porque el grupo considera que el conductor tiene espacio suficiente para adelantar sin peligro, a velocidad cómoda, guardando 1,5 metros de distancia lateral y que no viene ningún coche de frente. Observad que muchas veces en los arcenes caben ciclistas en paralelo sin necesidad de invadir la calzada. ¿Para qué echar las culpas de nada en esos casos a los ciclistas, si los coches no deben circular por el arcén?.

miércoles, 30 de julio de 2008

LOS SIETE MAGNIFICOS

Bahamontes-1959: El pionero fue el rey de la montaña en seis ocasiones
Federico Martín Bahamontes (Val de Santo Domingo, Toledo, 9 de julio de 1928) fue el primer ciclista español en portar el amarillo en París. Lo hizo en el Tour de 1959, tras superar a los franceses Henri Anglade y Jacques Anquetil. El Águila de Toledo ganó la cronoescalada al Puy de Dôme y dos días después, en la jornada que iba desde Saint Etienne hasta Grenoble, se enfundó el maillot de líder. En total, pasó seis días con la prenda.
Pero Bahamontes fraguó antes su victoria, en la etapa trece, la que iba de Albi a Aurillac. La carretera por la que tenía que transcurrir la prueba era estrecha, bastante tortuosa y muy propicia para las escaramuzas. A falta de unos 60 kilómetros atacaron Baldini, Anquetil, Anglade, Bergaud y el toledano. Charly Gaul y Louison Bobet no pudieron seguirles y quedaron descartados para la general, tras perder 21 minutos en la línea de meta.
En las etapas de montaña, Fede fue el mejor de los corredores de aquel Tour, lo que le valió para conseguir su tercer jersey a topos rojos. En los Alpes, se escapó en compañía de Gaul (que finalmente se impuso en Grenoble) y dejó sentenciada la carrera. La llegada a París fue curiosa: el equipo francés recorrió la ciudad entre los abucheos de sus compatriotas, mientras Bahamontes celebró su victoria con Fausto Coppi, que bajó de la tribuna para felicitarle. Federico sumó seis maillots de la Montaña en la Grande Boucle y dos en la Vuelta.
Ocaña-1973: Superioridad en todos los terrenos y seis victorias de etapa
Luis Ocaña (Priego, Cuenca, 9 de junio de 1945-19 de mayo de 1994, Mont-de-Marsan, Francia) fue conocido entre los franceses como El español de Mont Marsan, en alusión a la localidad en la que residía, al norte de los Pirineos. En 1971, cuando iba líder del Tour con más de siete minutos de ventaja sobre Eddy Merckx, tuvo que abandonar la carrera después de sufrir una grave caída en el descenso del Col de Menté.
En 1973 le llegó su gran oportunidad. Sin Merckx en la lista de participantes, Ocaña se impuso en seis etapas de aquella Grande Boucle. Su superioridad en todos los terrenos fue abrumadora, con dos triunfos contra el crono y cuatro en jornadas de montaña. Acabó con más de 15 minutos de ventaja sobre Thévenet. Tarangu Fuente fue tercero. Ocaña también tiene una Vuelta a España, la de 1970.
Delgado-1988: Perico salió líder de Alpe d'Huez y llegó a París con el amarillo
Pedro Delgado (Segovia, 15 de abril de 1960) conquistó su único Tour de Francia en 1988, por delante de Steven Rooks y Fabio Parra. El año anterior, Perico fue segundo, ya que Stephen Roche le arrebató el maillot amarillo en la última contrarreloj. En el 88, el segoviano no se llevó ninguna etapa, pero fue el más regular de la carrera, tanto en las jornadas de montaña como en la contrarreloj. Delgado se colocó líder tras la etapa de Alpe d'Huez y no soltó el primer puesto. En el 89, un despiste en el prólogo le relegó a la tercera posición.
Perico también ganó la Vuelta a España, en 1985 y 1989, y fue uno de los corredores más carismáticos de su época.
Miguel Indurain-1991-92-93-94-95: Cinco años de hegemonía contra el crono
Miguel Indurain (Villava, Navarra, 16 de julio de 1964) se vistió por primera vez con el maillot amarillo en 1991, tras una larga escapada junto a Claudio Chiappucci camino de Val Louron. El Diablo ganó la etapa y Miguel defendió la prenda hasta los Campos Elíseos de París por primera vez. Ahí comenzó su hegemonía de cinco años, cimentada en su absoluto dominio contra el crono y su capacidad para aguantar en montaña.
Gianni Bugno, Toni Rominger, Alex Zülle, Biarne Riis o Marco Pantani tuvieron "la mala suerte de haber coincidido en el tiempo con un extraterrestre", como acostumbra a decir Chiappucci. Además de sus cinco Tours, Indurain ganó también el Giro de Italia dos años consecutivos, en 1992 y en 1993. En total, siete grandes adornan su palmarés. En la Vuelta, sólo pudo ser segundo en 1991 tras Melchor Mauri.
Pereiro-2006
Óscar Pereiro ganó en 2006 gracias a una escapada bidón camino de Montélimar y al positivo de Floyd Landis, que le superó en la última crono. El Tour le invistió como campeón en el CSD un año más tarde.
Contador-2007
Alberto Contador se coronó en París tras la expulsión de Michael Rasmussen, que marchaba líder hasta que abandonó la carrera. Ganó en Plateau de Beille y aguantó en la contrarreloj de Angulema a Cadel Evans y a Leipheimer.

martes, 29 de julio de 2008

HOMENAJE AL CAMPEON CARLOS SASTRE

Hijo de uno de los hombres más destacados del ciclismo de base español, Víctor Sastre, Carlos Sastre Candil (1975, Madrid) es uno de los grandes corredores españoles de la última década. Vueltómano, regular aunque algo más brillante como escalador en sus albores en el ciclismo. Su trayectoria profesional tiene dos nombres detrás, dos de los grandes directores de los últimos años: Manolo Sáiz y Bjarne Riis.Fue Sáiz el que le rescató a finales de 1997 del filial amateur de Banesto para darle su gran oportunidad en la categoría reina con el mítico ONCE. Sastre contaba ya 22 años largos, lo cual en aquellos tiempos donde los ciclistas pasaban bastante menos hechos que en la actualidad equivalía casi a la senectud. Decidió aprovechar la oportunidad y salir de ese acúmulo de talento que era el Banesto amateur.Su primer año completo como profesional fue de adaptación, su segundo empezó a dejar destellos (cuarto en Villafranca de Ordizia, octavo en Castilla y León) y su tercero… fue el de la explosión. El tremendo bagaje de puestos de honor de aquel año (cinco generales ó clásicas entre los diez primeros) no fue nada comparado con lo que sobrevino en septiembre, cuando Sastre fue la gran revelación de la Vuelta a España donde Casero y Heras lucharon cara a cara por la victoria. Octavo en la general final, segundo en la llegada a Ordino-Arcalís y ganador absoluto de la clasificación secundaria de la montaña. Su salto al estrellato.En 2001 conoció el Tour, dando un rendimiento aceptable para ser debutante con una notable vigésima posición. Persistió en las generales de carreras de una semana y se hizo con la victoria en la etapa de la Vuelta a Burgos con final en San Juan del Monte. Llegó entonces el punto de inflexión de su carrera: el momento en que Manolo Sáiz le ofrece cuatro años de contrato para ser gregario de grandes líderes como Igor Galdeano ó Joseba Beloki y, por otro lado, Riis le ofrece uno con el riesgo de ser el gran líder del equipo para el Tour de Francia junto a Jalabert.CSC era entonces un equipo en crecimiento. Patrocinado desde 1998 por Jack & Jones y Memory Card, a partir de 2001 la escuadra de Riis recibió la inyección económica del patrocinio de la marca informática CSC. Ese mismo año se fichó, con objetivo de garantizarse de nuevo la invitación del Tour que ya habían conseguido el año anterior, al crack galo Laurent Jalabert y al americano Tyler Hamilton. Sin embargo, ‘Jaja’ no estaba por la labor de sacrificarse en pos de generales y prefería luchar por etapas y por el maillot de puntos rojos de la montaña; por otro lado, Hamilton prefirió centrarse en el Giro al año siguiente. En 2002 quedaba así un puesto vacante, el importantísimo puesto de líder para el Tour de Francia. Ése fue el que ocupó CSC (Carlos Sastre Candil), cuñado del mítico ‘Chaba’ Jiménez e intrépido ciclista que rechazó un jugoso contrato a cambio de la posibilidad de ser más.Su primer Tour con galones de líder se puede definir como satisfactorio. La ausencia de Ullrich dejaba al todopoderoso Lance Armstrong como único candidato real al triunfo, mientras el resto de corredores intentaba destacar a su sombra. Sastre, que previamente había participado en el Giro como gregario de Hamilton, completó un Tour regular que se saldó con una décima posición en la general… y un segundo puesto en la última etapa montañosa de aquella Grande Boucle, casi etapa reina, con final en La Plagne. Allí sólo le superó Michael Boogerd, compañero de escapada a pie de puerto. Sin embargo, el mayor de los orgullos para Sastre aquel día fue resistir a rueda de Lance Armstrong, que le cazó a unos kilómetros de final y no pudo soltarle. Fue el inicio de su sereno camino hacia el maillot amarillo.2003, el año en que la mayor carrera cumplía el siglo de vida, Sastre consiguió uno de los hitos de su vida profesional con la victoria en la cima de Plateau de Bonascre. Fue en la edición más emocionante mientras el tejano tuvo su rancho en Francia, cuando se amenazó al potentado desde la primera semana. Esto no le vino bien al abulense, acostumbrado a empezar flojo y terminar con una tercera semana refulgente. Su clasificación en la general no respondía a lo esperado, los minutos perdidos se acumularon en exceso; su labor de gregario en favor de un Hamilton mermado por una fractura de clavícula tampoco le beneficiaba.Así, en una de las etapas clave de la carrera con el paso por el Port de Pailhéres antes de llegar al Plateau de Bonascre, también llamado Ax 3 Domaines, Sastre planteó su ofensiva. En Pailhéres atacó junto a otro damnificado de las circunstancias en aquel Tour, Juanmi Mercado, e hizo camino hasta atrapar al fugado Chechu Rubiera. Posteriormente, el abulense daba un último tirón que descolgaba a Mercado y se hacía con la victoria. Sastre acabó noveno ése Tour, que dio para él un giro de 180 grados en la cima pirenaica.La siguiente edición del Tour de Francia fue algo menos brillante. A pesar de que acabó mejorando un puesto en la general final (octavo), su labor de brega para Iván Basso (tercero en París) le mermó y coartó en carrera. 2005 no fue un año mejor para Sastre en el Tour; acabó 22º, su peor clasificación en la Grande Boucle, y no apareció en ningún momento que no fuera de trabajo para Basso.En estos dos años, lo malo del Tour se redimió en la Vuelta a España: sexto en 2004 y tercero en 2005, segundo si consideramos que Heras fue descalificado de aquella edición de la gran ronda española por dopaje. En estos dos años, también, se inició en Carlos Sastre una costumbre un tanto molesta para el aficionado: sólo acumular resultados en las carreras más importantes de la temporada, pasando inadvertido el resto del año.Llegó 2006, año crucial para Sastre por acontecimientos deportivos y extradeportivos. El destape de la Operación Puerto descalificaba a su líder para el Tour de Francia, el italiano Iván Basso, para quién había trabajado en el Giro de Italia. Así, en la salida de la Grande Boucle se presentaba con un equipo todopoderoso como CSC a sus órdenes. Además, las circunstancias de carrera le colocaron en una situación inmejorable: a sólo cuatro etapas del final era segundo de la general, con algo menos de dos minutos de desventaja sobre un líder aparentemente más débil que él, el gallego Óscar Pereiro, y con el hombre más fuerte de aquel Tour, Floyd Landis, hundido.Pero llegó la etapa de Morzine, la maliciosa y acertadamente llamada DisneyLandis. El americano, por aquel entonces corredor de Phonak, se rehizo de su naufragio en la Toissure y emprendió una alocada escapada por los grandes puertos alpinos, desarbolando al bloque del Caisse d’Épargne capitaneado por Óscar Pereiro. CSC no colaboró en ningún momento en la caza del que se presentaba como gran amenaza para la victoria final de su hombre fuerte, nuestro protagonista. Finalmente, Sastre atacó en el último puerto de la jornada y logró recortar casi tres minutos de diferencia americano. Pero ya era demasiado tarde, se había metido en la carrera y posteriormente se la adjudicaría. Sastre acabó cuarto. Luego se supo que aquella exhibición portentosa de Floyd Landis tenía truco, y Sastre ascendió virtualmente al tercer lugar del cajón. En la Vuelta, Carlos volvió a ser cuarto en la carrera dominada por Vinokourov y perdida por Valverde en la bajada de Monachil.El año pasado, el Tour de Sastre fue algo más mediocre. A pesar de que no diga eso su cuarta plaza final, el protagonismo del abulense fue tan limitado que no logró pasar del quinto lugar en ninguna etapa. Fue una Grande Boucle triste, marcada por la exclusión de Rasmussen; también fue una Grande Boucle alegre, marcada por la eclosión de Contador. La cruz y la cara de la moneda, que para Sastre cayó de canto. Un agridulce cuarto lugar logrado desde el anonimato. La Vuelta si fue algo más feliz, siendo segundo y el mejor si excluimos al superlativo Menchov del pasado septiembre.¿Y esta vez? Esta vez, Sastre ha sido el mejor del Tour de Francia. Victoria sin paliativos, dando la única exhibición protagonizada por una cabeza visible del pelotón en momentos decisivos. Hay quien dice, en cruel referencia al nivel de la carrera este año, que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Lo cierto es que ha sido un Tour de ciegos, que no veían la manera de franquear el “terror psicológico” infundido por un Evans nervioso y conservador a partes iguales. El único que ha sido capaz de abrir un ojo, el que ha visto que para noquear al australiano hay que atacarle, ha sido el Tuerto Sastre. Poniendo final feliz a su camino silencioso, progresivo, hacia el triunfo absoluto del Tour de Francia. A su sencillo vaivén.

EL TRIUNFO DE LA NORMALIDAD

Adiferencia de lo que ha ocurrido con los últimos campeones, el triunfo de Sastre no se acompaña de una novela. Contador, al igual que Armstrong, era, por encima de cualquier otra consideración, un superviviente. Pereiro mezcló en su victoria la hazaña de Walkowiak y la descalificación de Landis. Pantani añadió a su éxito su habitual agonía. El joven Ullrich se proclamó en París como el heredero que nunca llegó a ser y Riis disparó contra Indurain. Ellos, de la misma manera que Delgado, Lemond, Hinault y tantos otros, incorporaron a sus triunfos diferentes dosis de proeza o melodrama, por repetir éxitos o por repetir intentos.
Sastre ha ganado sin estruendo, sin más novela que la que nos acompaña a todos, concentrando sus méritos en la carrera y, en concreto, en el Alpe d'Huez. Se podría afirmar que es el primer hombre normal que gana el Tour en los últimos 40 años. Y si marco ese plazo es porque fue hace cuatro décadas cuando se encadenaron los triunfos de Aimar, Pingeon o Janssen, otros campeones de perfil bajo que habitaron entre las dictaduras de Anquetil y Merckx.
Sastre se encuentra en un territorio semejante, en el espacio que ha quedado entre Armstrong y el multicampeón que vendrá, que bien pudiera ser Contador. Su siguiente desafío será prolongar el interregno y conquistar, ya con 34 años (como Bartali en 1948), ese segundo Tour que distingue a los príncipes de los reyes.
No obstante, la victoria de Sastre tiene otros valores. Su normalidad es buena para el ciclismo, como es alentador que el campeón se acompañe de un currículo que hace de la victoria una consecuencia natural (cinco veces entre los diez primeros), sin escándalos ni exhibiciones increíbles.

EL CINISMO DEL DOPAJE

El Dopaje en el deporte es una lacra, es cierto. Debe de evitarse a toda costa, sobre todas las cosas por la salud del deportista y secundariamente por que proporciona ventajas en la competición. Según mi opinión, el actual problema del dopaje, es el exceso de profesionalización del deporte, las exigencias actuales de espectáculo, los contratos multimillonarios que genera el deporte-espectáculo y las terribles audiencias televisivas del mismo, que llevan al deportista a exigirse a sí mismo, más de lo que puede dar. Pero en realidad, ese esfuerzo se lo está exigiendo el público. El mismo público que no perdona al deportista un error. En la actualidad, el espectador está exigiendo al atleta que corra con las manos atadas a la espalda... y que no se caiga. El deporte-espectáculo se basa en la visión placentera del sufrimiento del hombre, reconozcámoslo. Y el atleta, presionado por patrocinadores, jaleado por aficionados ...que no perdonan un error, ...que no ven más que la victoria o la derrota, ...que no aceptan sino épica pura ante sus ojos, es muy fácil que caiga en la tentación de complacerles/complacernos ...siempre, pueda o no pueda. Y es en estos casos cuando a veces comete errores y hace trampas. Ahora recuerdo que a principios de siglo los deportistas competían sin entrenar. Entrenar estaba mal visto ya que proporcionaba claras ventajas hacia sus rivales. Los corredores entrenados o se les tildaba de tramposos, así de claro, o se les consideraba profesionales y no se les dejaba competir en unos Juegos Olímpicos, por ejemplo, porque "ensuciaban el espíritu olímpico". El espectador veía deporte y veía espectáculo, y quería épica y leyenda... y los deportistas sufrían. Hoy, afortunadamente, se ha superado este trance, y de que manera. Tanto que se ha desbordado el asunto. Los atletas entrenan para competir, y entrenan y entrenan y entrenan... Tanto es así que el que no entrena hasta el límite no vale. Claro, prepararse de otra manera diferente es considerado trampa. Volvemos a las mismas que hace 80 años pero a un nivel superior, y por tanto más peligroso aún, porque cuando esto se supere algún día (ya salió Samaranch queriendo reducir la "Lista"), el aficionado querrá seguir viendo espectáculo, sangre, épica y gloria. Solo que entonces el deportista ya no será deportista porque el deporte ya no será deporte. Será un circo... y no estamos lejos ni desencaminados. El tema actual del dopaje en el deporte es puro cinismo. Si me permiten una licencia demagógica, tratamos a los ciclistas de delincuentes y drogadictos como poco, mientras que por ahí nos tapamos los ojos y los oídos frente a autenticas declaraciones de escándalo en boca de ¿atletas? de primera fila, que se enorgullecen de batir el récord de Home-Rounds con la ayuda de anabolizantes porque así son capaces de hacer feliz a mucha gente, ... de paso que se llenan los bolsillos. El deporte de elite, no es sano. La vida del deportista de elite cada vez es más corta y amargada. El deporte de elite no es deporte, es un trabajo, es un escaparate, es una inagotable fuente de épicas y leyendas, es una tragicomedia global. El profesional del deporte se relaja cuando se retira, disfruta de la vida. Vive. El deportista de elite no es dueño de sí mismo. Pertenece a las audiencias... Afortunadamente, existen las categorías inferiores. Las categorías no profesionales, donde la épica se gesta en el seno de la familia, porque los espectadores son la familia. Afortunadamente, existe el deportista popular, el deportista que llega a la maratón con sus 65 años, y que pasa de los 70 sin achaques gracias al deporte. El deporte es anónimo. El deporte de elite no es anónimo. El deporte de elite no es deporte. Si, el dopaje es malo. Los deportistas que se dopan, ya sean porque se exigen mucho y no aguantan, o porque quieren ganar a toda costa, o porque, atención, se encuentran en inferioridad de condiciones (a que extremos hemos llegado), comienzan con sus achaques a los 40 o 50 o antes en algunos casos. Los achaques puede que no estén directamente ocasionados por los productos dopantes, es más, muchos de ellos tienen pocos efectos secundarios y son consumidos habitualmente por cualquier persona "de a pie" Lo que ocurre es que muchas de estas sustancias mantienen al atleta en un estado de euforia deportiva, de máximo rendimiento, de motor sobrealimentado, de embriaguez absoluta. Así es capaz de mantenerse mucho tiempo muy cerca o por encima de sus limitaciones naturales. Este desmesurado desgaste es el que causa los achaques a edades tempranas. Por otro lado no puede obviarse el extraordinario estress metabólico y fisiológico al que se ve sometido el atleta durante sus entrenamientos y competiciones. Solución: vitaminas, reconstituyentes, dietas al milímetro, preparados alimenticios dignos de Star Trek , masajes y supermasajes, ... , infusiones, cafes, analgesicos y calmantes, ... , las polémicas infiltraciones, ... . Y llega un momento en el que no se sabe cuando se atraviesa la finísima línea que separa el no-doping del doping. Dónde termima el cuidado del cuerpo y dónde comienza el "cuidado del cuerpo". ¿Hasta dónde es honesto llevar el límite de la forma?. ¿Pero por qué se dopan?. Porque yo, espectador, quiero sangre. No me conformo con una carrera. Quiero que lleguen todos extenuados, echando el hígado, cojos, aunque sea infiltrados, pero que lleguen. El cinismo del dopaje. Así que, ¿qué es dopaje?. En realidad no lo sabe nadie exactamente, pero todo el mundo sospecha algo, todos saben por donde van los tiros, y así nos va. Así que frente a las dudas, se hace una lista dinámica de productos, una por país, una por federación, una por organización, donde se añaden y se sacan los productos según avanza la ciencia y la sociedad. El problema, esta es la clave, es que las arbitrarias listas de sustancias prohibidas no se atienen a la realidad del deporte espectáculo. Por un lado se exige todo a una persona que se sacrifica por el espectáculo, se la exprime hasta que NOS haga llorar, por el otro lado no se la da de comer (gimnastas) no se la deja descansar (pruebas por etapas). Los atletas de elite son remeros en galeras. Este cinismo es el que no deja a un deportista que se cure un resfriado como debe. Y si se le cura y por casualidad da positivo, encima le fustigamos. El espectador no perdona errores: los atletas no pueden constiparse. Afortunadamente, se vislumbran visos de mejoría respecto a este tema en concreto. La salud del deportista está por encima de todo, mal nos pese al espectador, y el seguimiento médico está por encima del control antidopaje. Sobre la presunción de inocencia del deportista, claramente no existe (me remito al caso Pantani, aunque personalmente, analizando fríamente y sin prejuicios la situación, tengo mis dudas. Compruebo que hasta a mí me alcanza la polémica). Si puede haberse dopado, entonces es que se ha dopado, dice el espectador. Y la opinión pública mancilla para siempre la carrera deportiva de un profesional. El deportista tiene prohibido equivocarse. Los medios de comunicación deportivos, no hacen más que alimentar esta polémica. La polémica vende, y nosotros caemos en ella como corderitos. Y el deportista acusado, a sufrir. El deportista es humano y a veces se equivoca, pero sus errores se pagan en los periódicos con la cadena perpetua. Con todo esto, no estoy para nada a favor del dopaje. Estoy totalmente en contra. Pero estoy en contra de las listas arbitrarias de productos ilegales, y por encima de todo a favor del deportista. Del deportista como persona humana. Persona como cualquiera. Casos históricos como Ben Johnson no tiene justificación, ni pueden ni deben repetirse. Un deportista de elite es una persona pública, el espejo en el que nos miramos y se reflejan nuestros sueños, y en el fondo el hombre es un animal de costumbres y que imita todo lo que ve y le gusta. Pero incluso aquí nos hemos pasado. Ben Johnson ya ha pagado. Se le mancillo, se le desposeyó de todo, incluso del prestigio y el honor. Fue crucificado socialmente repetidas veces ("Vete de las Pistas" fue la portada del Diario Marca al día siguiente de conocerse el positivo del atleta en Seúl, después de haberle subido a los cielos del atletismo el día antes. Y aún no se le ha dado, que yo sepa su derecho de réplica y defensa en estos mismos medios que le repudian). Fue el cabeza de turco de los esteroides anabolizantes. Un castigo ejemplar. Y es que no tenemos término medio. O elevamos a los deportistas hasta el olimpo, o nos les cargamos con todo el equipo si fallan. El doping MATA. Así de claro. Este es el precio de la gloria. Por eso se prohiben sustancias que son "venenosas", pero claro, falta muchísima información al respecto tanto en el aficionado como en el propio deportista. Opino que se debe de prohibir el dopaje, perseguirlo y castigarlo. Pero castigarlo en su justa medida, sin exageración, y escuchando las alegaciones del deportista. Considerarlo una trampa y punto. Pero nunca debiera de salir de los cauces deportivos. Otra cosa muy distinta es el tráfico de sustancias prohibidas. Esto sí que es delito. Doparse no es delito. Además, existen sustancias muy peligrosas, que aumentan el rendimiento, pero que estando prohibidas, aún no pueden detectarse (me acuerdo ahora del PFC). Insisto con esto, sobre el verdadero significado de la palabra Doping. No podemos reducirlo simplemente a unas listas de sustancias que no pueden ni olerse. Por la propia naturaleza de las sustancias, el actual desarrollo de los métodos de análisis, la investigación de vanguardia en laboratorios farmaceuticos, y los nuevos avances que se producen en bioquímica, biología molecular y genética, es imposible atajar este problema de raíz, actuando sobre los resultados-productos. Dice el refrán que hecha la ley, hecha la trampa, y los controles van muy por detrás de las nuevas sustancias, que por supuesto no existen, ya que no están catalogadas ( y mucho menos testadas según protocolos médicos en humanos, que se sepa). No seamos ingenuos. Para muestra, de la arbitrariedad de la etimología del Doping, un botón: (Se abre el debate). Sobre el hematocrito alto, que según sabían nuestros abuelos, puede conseguir con un entrenamiento adecuado en altura de 3 semanas, con los mismos resultados que una terapia con Epo, pero más barato, ¿Es esto éticamente correcto deportivamente hablando?. Si prohibimos la Epo, que por otro lado aún es indetectable ( que salva fulminantemente las vidas de los anémicos enfermos con insuficiencia renal crónica), ¿debemos de prohibir el entrenamiento en altura? (Y así todos los deportistas de La Paz nunca jamás serán admitidos en el mundo de los deportistas profesionales). También vale el asunto para las permanencias en cámaras hipobáricas ¿Es esto "ilegal" o solo "inmoral"? Lo único cierto es que es muy caro y sólo está al alcance de unos pocos. ¿Y las autotransfusiones de sangre, si efectivamente sirven para algo?. Lo realmente peligroso del hematocrito alto (>50-55%) es el riesgo de embolias en capilares de tamaño medio, durante el descanso y sueño (cuando bajan las pulsaciones y la presión arterial), así como el esfuerzo extra que se le exige al sistema cardiovascular para impulsar por sus arterias y venas un fluido de consistencia más gelatinosa. Pero todas las personas son distintas, y los efectos no son iguales para todos; Les hay mejor dotados, les hay que se adaptan a un flujo más viscoso, otros se defienden con el 30% toda su vida, rozando la anemia y nunca se quejan... digo con esto que faltan estudios y sobran opiniones, y que el 50% (que número más redondo y mas bonito, como aprobado o suspendido, como medio lleno o medio vacío) no significa nada más que un "porcentaje de seguridad" totalmente arbitrario pues algún número había que tomar como referencia. Y se tomó esa cifra basándose en estudios epidemiológicos de distribución de hematocrito en la población "normal"... que no se yo que se adapte a la escogida, especial y distinguida población, estadísticamente hablando, "deportista-de-elite" (habrá que mirar si los deportistas de elite lo son, entre otras muchas razones, porque se salen de la medía en este aspecto. Algo de esto habrá, o de otras cosas. Lo que es seguro, es que son diferentes a mi persona, que por mucho que yo me cuide y me entrene...). Y lo peor es que este número se escogió bajo presión y con el beneplácito de la crucificada población elite, como una solución rápida a un problema eterno, como una fuga hacia adelante. Y los deportistas, entonces, aliviados y tranquilos. Pero la estadística no suele ir con ellos. Y si se pasan por algún motivo, entonces la opinión pública no tiene pelos en la lengua, ni piedad: O se dopa o no se dopa. O blanco o negro. O aprobado o suspendido. Deporte espectáculo, esta íntimamente unido a la ayuda externa, estoy de acuerdo. Esto es así, y es fruto de una larga historia de búsqueda de éxito, fama, dinero y épica. Hoy más que nunca. Pero no estoy de acuerdo en que esto tenga que continuar así. Y ya me he referido antes hacia donde creo que nos dirigimos si continuamos en este sentido. Por otro lado, la ciencia del deporte, es eso; una ciencia experimental en constante desarrollo y en plena ebullición cuyo fin último es la búsqueda infatigable del máximo rendimiento humano. Y como tal ciencia no va a parar. Esto es bueno pero; ¿Justifica el fin los médios?. ¿Son aplicables todos los nuevos avances al ser humano sólo para satisfacer al espectador? Los nuevos métodos de entrenamiento, las nuevas dietas, hace años estarían vistas con recelos. Hoy son el pan nuestro de cada día. La base del deporte de elite y del deporte base. El deporte de elite no es deporte. Es espectáculo. Y según están las cosas hoy día parece que lo que más sencillo es decir aquello de "El espectáculo debe continuar". ¿Cuál va ha ser el futuro deporte en el que vamos a educar a nuestros niños? ¿Querremos realmente que nuestros hijos lleguen a ser deportistas famosos si el deporte de elite es ya como una "pasarela de moda"?.

domingo, 27 de julio de 2008

ADICCIÓN

Por alguna de esas extrañas circunstancias que en ocasiones se producen en la vida, y que nunca terminas de comprender del todo, sin comerlo ni beberlo, me he regalado un “maquinón”, una bicicleta espectacular y yo que pensaba que después de veinticuatro años mamando ciclismo, detalles como este pasarían casi desapercibidos en lo más profundo de mi ser, resulta que vuelvo a estar igual de ilusionado que cuando hace casi diecisiete años mis padres me regalaron aquella majestuosa Reynolds 535 de seis velocidades mi primera bicicleta. Entonces, recuerdo que al despertar cada mañana me acercaba al garaje a comprobar si mi tesoro seguía allí. Ahora, veintitantos años más tarde, sigo acerándome al sótano a disfrutar como un niño contemplando mi nueva joya.
Quizás no sea el mejor momento para comparar este deporte con una droga, pero lo cierto es que cuando caes en sus garras, engancha un huevo. Sin apenas percatarte, de repente, pasas a ser un adicto consumidor ya sea activo o pasivo, de todo lo que rezume ciclismo. Los hay enganchados a la fibra de carbono, al titanio, al Tour, a la Vuelta, a los adoquines, a los puertos, a las series, a las marchas, a los paseos dominicales, o simplemente a la bici estática. Todos unos yonquis todos necesitados de su dosis “velocipédica” para quitarse el mono. Confesaré un secreto: en una ocasión, hace algunos años, intente desengancharme y curar mi adicción a las bicicletas distanciándome de este perverso pero bendito deporte. No lo conseguí. Tan sólo pude soportarlo durante seis meses y esos interminables ciento ochenta días fueros suficientes para que cambiara mi estado de animo, para que la tristeza invadiese mi cuerpo, para que mi vida perdiese del todo el sentido. Afortunadamente, las extrañas circunstancias a las que hacía mención al comienzo, me brindaron la oportunidad de volver. Y aquí estoy, más feliz que unas pascuas, enganchado a mi adicción y de nuevo metido en el pelotón. Pero ahora tengo muy clara una cosa: por mucho que anden los que se pongan a tirar en cabeza del grupo, les va a costar muchísimo descolgarme de nuevo, y si por una de aquellas lo consiguen, lucharé con todas mis fuerzas para no apearme nunca de mi “maquinón”, una bicicleta espectacular.

CICLISMO ESE GRAN DEPORTE UNA FORMA DE VIDA

Y tu a que juegas?? Yo juego a la bici, soy ciclista. Mucha gente me lo pregunta, cuando un sábado a las 12 de la noche tienes que marcharte para casa mientras toda la gente se va de fiesta y te preguntan: ¿Por que te vas? Mañana entreno, mañana corro...¿Y TU A QUE JUEGAS? ¿?¿?¿? Yo juego a la bici, soy ciclista. Las respuestas se ven en la cara del que pregunta, muchos expresan admiración, otros se quedan de cruces, otros se ríen. La bicicleta es ese cacharro que todo el mundo uso alguna vez, por el que tienes predilección cuando eres pequeño, es ese deporte tan duro y extenuante que te hace perder la consciencia, capaz de ponerte el corazón a 220 pulsaciones, capaz de hacerte vomitar sangre. Un deporte tan duro, como desesperante, en el que hay que ser paciente y tener sangre frio, además de tener cabeza, no solo son piernas, donde la cabeza hace falta no solo para aguantar el casco sino para hacerte ver una escapada que te lleve al triunfo, la que te hace ver los ver los bajones y puntos débiles del contrario mientras bajas por una cuesta de barro a 50 por hora. Un deporte que es un estilo de vida, una forma de vida, el deporte de mas orgullo personal, donde solo y repito SOLO el propio esfuerzo de tu cuerpo te hace ser capaz de recorrer km y km, donde cada entrenamiento es una superación personal, donde cada día que montas cargas el saco con una anécdota nueva, un deporte que te hace brillar, llegar a lo más alto, a ti solo, donde por mucho equipo que tengas no eres nadie sino eres bueno, si no tienes clase, sino tienes raza, sino tienes huevos. Un deporte donde hay que echarle muchos huevos, donde hay que ser de otra pasta, para ser ciclista no vale cualquiera. Nadie se levanta un domingo nevando a las 8 de la mañana para ir a una carrera a 400 km de tu casa, llegas a la parrilla de salida y se te rompe la cadena. Un deporte tan duro, que las caídas son parte de nuestro oficio, donde las clavículas, puntos de sutura, rozaduras y rodillas maltrechas son el pan de cada día, es el amor por el deporte, por la bici, por el sacrificio y el sufrimiento el que te hace caerte un domingo estando a 3º y correr ese mismo miércoles con la boca cosida. Es un sacrificio tal que te hace tocar el cielo, con colinas de 1700 metros, con caminos que solo 3 mas conocen, con pendientes del 21% en las que ni un coche sube, pero un hombre y su sacrificio y pundonor le hace aguantar y aguantar hasta el borde del infarto, cuando el sabor a sangre llega a la boca, cuando solo piensas "soy el mejor" "soy el mejor" "Lo voy a lograr, vamos, vamos vamos". Es ese deporte que hace emocionar a cualquiera, cuando ganas una carrera, cuando subes el puerto más alto, el puerto más duro, cuando entrenas con 0 grados y vuelves para tu casa de noche y congelado entero, cuando te vas a 1000 km de casa a competir, cuando corres 5 carreras en una semana, cuando te caes, cuando te haces daño, cuando en otros deportes una simple sobrecarga es 1 mes de baja y en el ciclismo corres hasta con una luxación de hombro, cuando la gente te grita, cuando das espectáculo, cuando te apoyan, cuando te caes y te vuelves a levantar, cuando le echas mas cojones que nadie, cuando tienes una ilusión, cuando cada día que montas en bici más orgulloso te sientes, cuando te hace crecer como persona, cuando te hace madurar, la bicicleta te lo ha dado todo, te ha hecho ver los problemas y solucionarlos de otra manera. Eres de otra pasta, eres ciclista. Te da el reconocimiento, la prensa, las medallas y el dinero, tu solo quieres caminos, monte, barro, un par de amigos y nuestras bicicletas. Hay que ser muy hombre, para bajar a 100 km/h. por una carrera granizando, dejando de lado que solo te separan de suelo 2 ruedas de 28 '' tan estrechas como una moneda de una peseta‚¬. Por todo eso, porque te sientes orgulloso de llevar un maillot con unos colores, de representar a tu región/país allá por donde vas, porque todos aquel que osa a montarse en una bicicleta, sea amateur, sea un domingo o sea profesional, merece mi admiración, porque cuando montas en bici y subes una cuesta ya te dan ganas de ir para casa, porque ya piensas "esto no es para mí " "yo para eso no valgo" ...pero ahí se ve quien vale y quien no, quien tira la toalla y se va para casa al sofá o quien aguanta, sufre y sigue y sigue y sigue aunque tu pulsometro diga PARA tú sigues y sigues...porque???Porque eres ciclista, porque el único rival eres tu mismo, porque lo serás hasta la muerte, porque eres un deportista de los pies a la cabeza, porque eres un sufridor nato y te mereces un OLE OLE Y OLE PORQUE TIENES COJONES¡¡¡¡¡¡. El que no está dentro no sabe lo que es, como se vive, como se sufre..

GANAR ES UN HABITO

El Giro, Roland Garros, la Eurocopa, Wimbledon, ahora el Tour... Ganar es un hábito, dice Michael Robinson, y España lo está adquiriendo. Hay crisis, y crisis muy de verdad. Pero en días como ayer (y como será hoy) que van resultando muy frecuentes, la olvidamos con esos alegrones descomunales que antes escaseaban tanto. Cosas que pasaban cada veinte, treinta o cuarenta años pasan ahora con una intensidad pasmosa, el álbum de la memoria se nos va llenando de héroes nuevos, nuestra vida se enriquece con sobresaltos positivos. Algunos muy inesperados, como éste de Sastre.
Porque no partía entre los favoritos del Tour. Ni de este ni de los anteriores. Siempre le hemos visto como un voluntarioso y humilde patito feo, un peleador de las altas cumbres, en las que siempre llegaba con los buenos, pero no era capaz de dejarlos. Discreto contrarrelojista, además. Lo preciso para ser siempre de los diez primeros del Tour, si acaso rozar el podio, pero nunca ser primero. Ha sido cumplidos ya los 33 años cuando se ha rebelado contra su pasado y su imagen, se ha ido solo en el Alpe d'Huez para conseguir el amarillo de la forma más brillante y luego lo ha defendido contra el reloj.
Una buena contrarreloj, por otra parte. Corría contra un rival, Cadel Evans, y lo ha controlado perfectamente. Se pudo comprobar desde la primera referencia, o incluso antes: cuando vimos la seguridad de su golpe de pedal, su forma briosa y segura de trazar las curvas, su gesto determinado. Confieso que yo esperaba la de ayer como una jornada de sufrimiento y derrota, pero acabó por ser de tranquilidad y alegría. Pereiro, Contador, Sastre... Los triunfos en el Tour se encadenan, pero ya no se trata de un fenómeno, sino de un soberbio nivel colectivo. Como en todo el deporte español. Ganar es un hábito.