lunes, 28 de enero de 2013

INTERCLUB CARTAGENA-LA ALJORRA

Este domingo daba comienzo la temporada ciclista en Murcia, como es tradición abre el telón con la inter club del campo de Cartagena. Nuevos equipos, nuevas bicis, nuevas caras y misma familia la del pelotón master. 190 valiente nos disponemos un año mas a disputar esta prestigiosa prueba, para mí será mi tercera participación. En la salida grandes corredores venidos de diferentes zonas de Murcia, Alicante y Andalucía. Que mas se puede pedir ingredientes no iban a faltar para disputar esta bonita prueba. La primera tiene lugar en La Aljorra con su tradicional circuito ratonero donde siempre hay mucha tensión. Se darán 4 vueltas con un paso puntuable de montaña (alto de la manchica) y meta volante en la segunda vuelta. Toque de pito salida neutralizada y arrancada de la temporada. La colocación en esta carrera es primordial para evitar sustos. El aire sopla de cara en plena subida, complicado que el gran paquete se corte camino del repecho, pelotón agrupado viendo venir el alto del día. Primeros intentos de fuga que no llegan a cuajar. Los equipos Oposur y Monforte del Cid no dejan que nadie los sorprenda e intentan mas menos mantener el control del grupo. Pasan las vueltas en la segunda se disputa la meta volante que sería para Juanjo Alarcón, y al paso por el alto se disputaría el premio de la montaña que sería para Paco Serrano. Carrera tensa donde las haya que hace que se produzcan varias caídas, por fortuna chapa y pintura. En una de las mismas se cortan unos 30 corredores que hacen que les sea imposible contactar de nuevo con el grueso del paquete. La cosa tiene toda la pinta de que se va a llegar al sprint, el aire favorable y la velocidad hacen imposible los cortes. Será el turno de los velocistas los hombres rápidos del pelotón master (Pedro Castillo, Juanjo Alarcón, Francisco Serrano, Juan Manuel Camacho, Anglada, Jose David Gómez),al final el triunfo sería sorprendentemente para un corredor sub23 Moisés Gallego imponiéndose a Anglada y a Pedro Castillo. En lo personal buenas sensaciones en toda la carrera, esto acaba de comenzar y las cartas están todavía boca abajo. Buena actuación de mi equipo (tengo unos espartanos de compañeros con unos huevos muy grandes) siempre estando atentos para meter algún corredor en los cortes que se formaban. Por último quisiera dar la enhorabuena a mi compañero David que acabo la carrera de forma magnifica en el grueso del pelotón demostrando que tiene clase y motor de sobra. Todos sabemos lo jodido que es correr por primera vez una carrera y acabarla. En definitiva que esto ha comenzado y vamos a estar atareados todos los fines de semana disfrutando de nuestra gran aficción. La siguiente carrera es en Cartagena carrera exigente con sus altos del cedacero y la cuesta, donde aquí ya los velocistas darán el relevo a los escaladores y a los capos que se van a jugar la carrera. Un saludo y feliz pedalada familia!!!

sábado, 19 de enero de 2013

CARTA DE UN EX CICLISTA PROFESIONAL-CASO ARMSTRONG

Armstrong es un muñeco roto. El Dios ha muerto y ahora, una vez que ha reconocido la verdad lo castigarán como el peor malhechor que jamás haya existido en el deporte. Lo convertirán en un personaje deleznable. Solo les quedará llevarlo al corredor de la muerte con esposas y grilletes incluidos. En este linchamiento público lo han despojado de toda dignidad y algunos no le permitirían tan siquiera respirar. Pero Lance Armstrong es una víctima. Víctima sí. Víctima de su arrogancia, de su mentira, pero sobre todo, víctima del corrupto sistema que ha permanecido demasiado tiempo en el ciclismo. La mentira no existe para el mentiroso. El corrupto no se corrompe. Es su realidad. Su verdad. Y el ciclismo ha vivido bajo la espiral de la corrupción y la mentira. Desde siempre diría yo, pero sobre todo desde la década de los noventa. Según ha quedado sobradamente demostrado el dopaje nunca ha sido tan homogéneo ni ha estado tan extendido como en esos años. Por eso la gran mayoría de los ciclistas de esa época fueron victimas de un sistema que favorecía, que exigía el dopaje. Armstrong también. Ni más ni menos que otros. En esa época el dopaje no tenía las connotaciones actuales. Estaba aceptado. Se creía necesario. No tenía matices de engaño. No tenía carga moral. Era lo normal. Algo que venía del pasado, un desarrollo natural. No había culpables. Y todos lo eran, a la vez: sponsors, managers, directores, masajistas y, cómo no, corredores. Todos participaban en el mismo juego. Con las mismas reglas de juego. Todo contentos. Lance Armstrong, su generación, y algunas anteriores y posteriores crecieron y se educaron en ese ambiente. No lo inventaron. No lo escogieron. Les vino dado. El fantasma del dopaje los engullió sin tiempo ni capacidad para reflexionar. Se podrían haber negado. Utopía. Nadie lo hizo. Alguna rara excepción. Para confirmar la regla, sin más. ¿Acaso no nos obliga esta hipócrita sociedad a cumplir con costumbres y leyes que condenamos?. ¿No vivimos bajo el yugo de un capitalismo salvaje que nos lleva a la perdición? ¿ No somos esclavos de la economía y sociedad de mercado? ¿Víctimas del sistema? Escapar de la trinchera del dopaje era mucho más difícil. Cuando uno, con 20-22 años llega al mundo profesional, a ese mundo de ensueño, es casi imposible decir que no. Nadie se enfrenta a lo establecido. Menos si no hay sentimiento de culpa. Todos caen en la trampa. La conciencia no pesa: “todos los hacen”. Punto. Adelante. Por tanto, ¿por qué es Lance Armstrong más culpable que nadie?. Es culpable. Así lo ha reconocido públicamente. Pero no es más culpable que nadie. Un poco de seriedad y memoria es suficiente para darse cuenta de que él no inventó el dopaje sistemático. Ni que utilizó productos más sofisticados que otros. Vayamos a la hemeroteca. ¿Fue acaso Lance Armstrong el primero en acudir a Michele Ferrari para hacerse cargo de su preparación?. No. ¿El único?. No. Sigamos leyendo. Repasemos las acusaciones de Jesús Manzano, excorredor del Kelme. Los productos y sistemas que detalló el corredor español son idénticos a los que ha hecho mención la USADA. Idénticos. No hay diferencia ni en los productos ni en su uso. Todo igual. El problema es que Manzano pertenece al país más bananero en cuanto a temas de dopaje y sus acusaciones cayeron en saco roto. Además, no creen, que si las corruptas actuaciones de Lance Armstrong hubieran perjudicado al resto de corredores, no acudirían todos y cada uno de ellos al juzgado a rendir cuentas ahora que se ha demostrado su dopaje. Dinero y títulos. Tranquilos, nadie lo hará. Todos eran victimas del mismo sistema. Casi todos. A Armstrong ya le han quitado los siete títulos del Tour de Francia. Le solicitan el dinero recaudado fraudulentamente. Y él acepta su culpa y las consecuencias que se derivan de ella. ¿Pero harán lo mismo con los segundos puestos de Jan Ullrich? ¿Y los podiums de Basso?. Y el resto de ciclistas, ¿estaban limpios?. Todas las investigaciones que se han llevado a cabo y las que aún están en curso indican lo contrario. Luego, ¿por qué debe ser Lance Armstrong el único culpable? Repito. Es culpable. Pero no el único culpable. Esa acusación es desproporcionada. Todos eran víctimas. Todos, en la misma medida. Todo lo que se ha dicho es grave. La situación lo era. Pero ahora se puede hablar de ello. Todo se ha sabido. Todo. Hay pruebas. Antes no. Hubo quien intentó destapar a Lance Armstrong. El periodista David Walsh fue a los juzgados. Perdió. Y su periódico tuvo que pagar una indemnización al ciclista. En Estados Unidos iniciaron una investigación federal. La archivaron. La verdad estaba en posesión de los ciclistas. Antes, para acusar a alguien de dopaje solo existían los controles. Negativo. La UCI reconoció que no eran suficientemente efectivos. Pero no había más. Pero tampoco hagamos crítica fácil contra la UCI. No por esa razón. La UCI utilizó de forma pionera todos los avances científicos que había, pero no era suficiente. La eficacia ha llegado más tarde, obligada por una situación tremenda. La autodestrucción. Los controles no han variado en exceso. Ha cambiado el sistema. El pasaporte biológico, los controles por sorpresa, el sistema ADAMS, la presión social, la cultura…, pero en aquella época eso era impensable. Imposible. Aún ahora se habla de la violación del derecho a la intimidad que asiste al corredor. Si lo hubieran implantado entonces, los hubieran llevado directamente al tribunal de la Haya. Declarado todo esto, alguien podrá pensar que defiendo ese sistema, el dopaje. Nada más lejos de la realidad. Soy partidario de la tolerancia cero y del castigo. También del perdón. Jamás me pongo como ejemplo. En este caso lo voy a hacer. Fui ciclista profesional en esa época y fui uno de los más perjudicados por ese sistema. Jamás me dopé. Pero lo hubiera hecho. Cuando me ví en una situación difícil yo mismo solicité productos prohibidos. Los tuve en la mano. No los tomé. Si lo hubiera hecho seguro que no hubiera padecido las anemias que padecía. Quizás hubiera ganado alguna carrera. En alguna ocasión no anduve muy lejos. Pero seguro que hubiera rendido mejor. Sin duda. Pero pese a no hacerlo, me considero culpable. Culpable moral. Porque me hubiera dopado. Me faltó tiempo. Era víctima del sistema. Como Lance Armstrong. Como casi todos. De Lance Armstrong se puede decir lo que se quiera. Ha sido arrogante, faltón, falso, prepotente, ha abusado de poder, ha cometido perjurio, todo lo que se quiera, pero aunque sea de forma obligada ha reconocido su culpa y ha pedido perdón. Está arrepentido y cumplirá con todas las consecuencias que conlleva este caso. Se encuentra en las alcantarillas de la vida. No puede caer más bajo. Pero no ha acusado a nadie. En la entrevista ha tenido un comportamiento señorial. Bastante más que aquellos que lo acusaron y que otros muchos que siendo tan culpables o víctimas como él, aún permanecen en silencio.