martes, 10 de mayo de 2011

LA MUERTE DE UN CICLISTA


La muerte, ese sorteo para el que todos tenemos boleto con premio asegurado algún día, es siempre amarga, aunque quizá en el deporte, y en algunos en concreto, más. El ciclismo, que como saben las gentes del blog me apasiona, lleva años maltratado por muchas circunstancias, y de vez en cuando -así cuando no lo espera nadie- salpica con la muerte en acción de uno de sus hombres. Hoy le ha tocado a un belga de 26 años llamado Wouter Weylandt al que no tenía el gusto de conocer, pero que se ha dejado la vida bajando un puerto. Una carretera estrecha, curvas, contracurva, mucha velocidad, demasiados ciclistas, un golpe inoportuno, un choque brutal contra el quitamiedos, y para el otro barrio. Deja mujer, un niño de corta edad, y un bebé en camino. Tan crudo como real.

Las muertes de los ciclistas en carrera siempre tienen un punto multiplicador de su carácter trágico. Son gente humilde, que ha renunciado a estudios y prácticamente todo por llegar a ser lo que son. Que tienen que entrenar mucho no, lo siguiente, tan sólo para terminar las carreras y ser competitivos. Que salen ahí fuera haga mucho frío, frío, calor o un calor insoportable, haya sol, lluvia, nieve o lo que sea... y que, por lo general, su nómina es inversamente proporcional al esfuerzo que ponen en la bici, salvo casos contados. Los ciclistas cobran una miseria comparado con otros deportes. Y si a eso le suman que es un deporte cuyo prestigio está por los suelos por obra y gracia del dopaje, imaginen el panorama. Pues aún así esa gente sale un día y otro y otro a entrenar con la ilusión de poder ganar algo algún día, y se juega la vida TODOS LOS DÍAS entrenando o compitiendo. DESCANSE EN PAZ!!!

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