miércoles, 10 de febrero de 2010

LA OBSESION DE GANAR A CONTADOR



Oyéndoselo contar a Bradley Wiggins en el Times, las sesiones de entrenamiento del ciclista británico las pasadas semanas en las montañas de Mallorca debieron de ser, cuando menos, curiosas. Para que mejore como escalador, a Wiggins, un pistard reciclado, cuarto en el último Tour, estrella del supertecnológico Sky, la revolución del siglo XXI, su jefe, Dave Brailsford, le entregó un DVD con un análisis detallado de las etapas de montaña de la carrera francesa, los ataques de Alberto Contador, Andy Schleck y Lance Armstrong. Lo conoce todo de ellos: la duración de sus arrancadas, la velocidad, el tiempo del hachazo... "Y, conociéndolo, salimos a entrenarnos con un motociclista y, llegado el momento, le decimos que acelere y monte un ataque a lo Contador, a lo Schleck: 20 o 30 segundos a tope. La moto ataca y salgo a por ella", dice Wiggins, que cumplirá 30 años en abril y sueña con convertirse en el primero de su país que gana el Tour: "Contador es el mejor escalador, pero es humano, batible".
En tan insólita estrategia de entrenamiento se ligan por un lado el carácter obsesivo, compulsivo, de Wiggins y el alma perfeccionista de Brailsford, a quien, por su atención al detalle y su forma de irrumpir en el ciclismo profesional como un elefante en una cacharrería de prejuicios y malos hábitos heredados, se le podría considerar el nuevo Manolo Saiz. Otras de sus innovaciones que han fascinado al mundo del ciclismo son el diseño de los cuellos de los maillots del Sky para evitar molestos roces en la nuez o el faro del techo del autobús para que, terminadas las etapas, los corredores sepan adónde dirigirse.
Sin llegar a tanto, lo de las motos deja fascinado a Contador. "¿Que hace eso contra la moto?", pregunta incrédulo el campeón del último Tour; "en teoría, no es mala idea, pero es imposible reproducir todo lo que pasa en una carrera: el cansancio acumulado, el viento en la montaña... Y, sobre todo, el momento del ataque, para lo que cuenta tanto cómo va el que va a atacar, sus piernas, y el análisis instantáneo que hace de cómo van sus rivales estudiando sus caras, sus gestos, sus tics...".
Aún no hay máquina para tanto, pero, llegado el tiempo, Brailsford la conseguirá, seguramente, aunque le cueste tener que aguantar los sarcasmos de la gente del ciclismo de toda la vida.
Gente como Jonathan Vaughters, el director del Garmin, el equipo con el que Wiggins rozó el podio del Tour gracias a su regularidad en la montaña y con el que rompió su contrato este invierno guiado por las libras esterlinas del Sky. "Pero el Tour de 2010 no se parece en nada al de 2009, que le iba muy bien al estilo regular de Wiggins, que resistió muy bien las etapas de montaña porque casi todas consistían en una buena dosis de terreno llano y una dura subida final", dice Vaughters; "en el Tour pasado, además, la táctica de Bruyneel de frenar a Contador para que no se quedara fuera del podio Armstrong le vino muy bien. No hubo grandes batallas".
Las únicas batallas las intentaron organizar los hermanos Schleck: Andy, segundo finalmente, y Frank, quinto. Contador piensa que Andy será el rival más peligroso en 2010 y el joven luxemburgués acepta la nominación. "Contador es el mejor ciclista del mundo", dice el pequeño de los Schleck; "tendré que usar todos los medios para estar a su nivel, para progresar. Mi objetivo sigue siendo ganar el Tour".
Para progresar, Andy, quien estos días se ha bajado de la bicicleta por una tendinitis en una rodilla -la misma afección que su compañero Fuglsang, un joven, fino y extraordinario escalador danés-, también se ha empapado este invierno de los vídeos del Tour y ha llegado a una conclusión inevitable: "He comprendido que, cuando ataca en la montaña, a Contador no se le puede dejar ni un metro. Si no, estás perdido".
Lo que no dice es lo que hará para evitar que Contador -"me entreno lo mejor posible para estar más fuerte que en 2009", advierte el de Pinto- salga disparado cuando el corazón y el cuerpo se lo pidan en los Pirineos. ¿Montarse en una moto, quizás?

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