Metal, fibra de carbono, caucho, poliéster… con diferentes mezclas de estos materiales se construye una bicicleta. Sin alma, sin personalidad definida, sin empatía con su propietario: así debería ser. Pero hay algo en este ingenio mecánico que atraviesa la membrana neural del ser humano y desata sentimientos y, lo que es peor, cuando varios individuos comparten esa afición por ese cacharro que se mueve a pedales, establecen vínculos de amistad muy fuertes. ¿Tiene esto alguna justificación racional? Posiblemente si. Tengo una pregunta para toda nuestra familia ciclista y a la que el 100% de todos los ciclistas a la que se la he preguntado no dudan en responder basicamente en otras palabras lo mismo que siento yo en mi persona como ciclista. La pregunta es algo compleja .
- ¿Qué te ha aporta la bicicleta?
“la bicicleta me ha dado todo lo que he necesitado para resolver mi vida: me ha enseñado a sufrir, a disfrutar, a ser humilde, a trabajar sobre unos objetivos, a lograrlos…”
Asimilando esta respuesta, no es complicado establecer muchos nexos de unión que justificarían los fuertes lazos de amistad que surgen entre los aficionados a este deporte ¿o más que un deporte es, en realidad, una manera de vivir?
AMEN
- ¿Qué te ha aporta la bicicleta?
“la bicicleta me ha dado todo lo que he necesitado para resolver mi vida: me ha enseñado a sufrir, a disfrutar, a ser humilde, a trabajar sobre unos objetivos, a lograrlos…”
Asimilando esta respuesta, no es complicado establecer muchos nexos de unión que justificarían los fuertes lazos de amistad que surgen entre los aficionados a este deporte ¿o más que un deporte es, en realidad, una manera de vivir?
AMEN
No hay comentarios:
Publicar un comentario